En el Medio Oriente se prevé un estallido general.
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En la noche del sábado se realizó un ataque sobre suelo israelita, cuya Armada aseguró haber interceptado docenas de vehículos aéreos no tripulados. Asimismo, fuentes oficiales iraníes aseguraron que tuvieron efectividad al alcanzar a una base militar en el desierto de Néguev. Mientras esperan que drones y misiles sigan cayendo, el Estado iraní afirmó que es un acto de legítima defensa, como indica el artículo 51 de la Carta de la Organización de las Naciones Unidas.
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En Israel el clima social es efervescente, con el pedido de que su primer ministro renuncie, más una situación en Gaza que sigue siendo crítica y la ampliación del frente bélico que afecta a palestinos, judíos e iraníes (sin contar la posibilidad de que otros países de la región intervengan, como Líbano, Yemen e Irak). Por lo pronto, el resto del mundo -excepto Estados Unidos, que ya participa- condena a los atentados e insta a que los participantes se dispongan al diálogo.
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En tanto, los gobiernos europeos aconsejaron que, a menos que sea indispensable, no se realicen visitas a los países beligerantes, en algunos países afectados se detectaron multitudes que invadieron a los comercios para acaparar mercadería, como medida de prevención ante la posibilidad de una conflagración más grave a partir del operativo bélico llamado (por los iraníes) “Promesa verdadera”.
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El acto de retaliación se viene gestando desde el 1 de abril, cuando la embajada iraní en Damasco fue bombardeada por fuerzas israelíes, y cuyo resultado fatal fue la muerte de 11 personas de distintas nacionalidades. En su momento la agresión fue repudiada y hasta se esperaba que hubiera una respuesta armada inminente, asegurada por ambas naciones, e incluso desafiadas por el líder hebreo Netanyahu.
