El socialismo, la ultraderecha y la desestabilización.
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Haití se encuentra sumido en una grave crisis humanitaria, política y de seguridad, tras el magnicidio del presidente Jovenel Moïse en 2021, y el fortalecimiento desde entonces de bandas criminales que hoy dominan parte significativa del territorio y el acceso a infraestructuras clave, como puertos y aeropuertos. Este hecho incluso que ha llevado a la dimisión del primer ministro, Ariel Henry.
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Las mencionadas bandas actúan impunemente, desde orquestar la evasión de más de 3.600 presos hasta causar una escalada de violencia con niveles alarmantes, donde se reportan decenas de muertos, secuestros, violaciones sexuales a mujeres y niñas, y el desplazamiento forzado de más de 35.000 personas desde inicios de 2024, y han impuesto el terror en varias zonas del país.
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El otro país potencialmente en convulsión es Venezuela, adonde apuntan las fuerzas de la ultraderecha para evitar la continuidad de un gobierno con tendencia socialista en América, por lo cual se difunden las noticias de que si Maduro gana se producirán grandes movimientos migratorios de los (principalmente) jóvenes venezolanos, o de que si pierde habrá baños de sangre, resaltando las poco afortunadas expresiones del mandatario.
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La campaña electoral venezolana se cerró, y mientras Maduro pide votar con “conciencia, sentido común y patriotismo” -y promete “reconciliación”-, los candidatos de la oposición, Edmundo González Urrutia y la dirigente María Corina Machado, anticiparon “una nueva era”. A la vez, el resto del mundo pide un “irrestricto respeto” a los resultados de esos comicios y que se garantice el “normal desarrollo de la votación”.
