Las miradas a favor y en contra se centran en el resultado electoral.
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Luego del proclamado triunfo de Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales, no reconocido por la oposición mayoritaria, el riesgo de una nueva crisis se acrecienta en el país latinoamericano. Ayer desde la mañana se llevaron a cabo manifestaciones, cacerolazos y marchas en distintos puntos del país, y en muchos de ellos la violencia se desató entre manifestantes y la policía. Durante esos episodios hubo heridos, en un número que podría superar los 44.
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Los medios de comunicación explotan la situación acuciando el fuego para uno y otro lado. Mientras el oficialismo, representado por el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, convocaba “al pueblo de Venezuela a grandes marchas" desde hoy "para celebrar la victoria y defender la paz de la República”, el opositor Perkins Rocha, vocero de María Corina Machado, denunciaba que en las movilizaciones hubo 132 detenciones y 6 asesinatos.
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Por un lado la Unión Europea y países como China y Brasil manifestaron su confianza en el proceso electoral venezolano, pero por otro algunas publicaciones hablaban de 9 países americanos que no reconocían a la reelección de Maduro debido al fraude, pese a que el texto del comunicado es mesurado y dice que “manifiestan su profunda preocupación por el desarrollo de las elecciones presidenciales” de Venezuela “y exigen la revisión completa de los resultados con la presencia de observadores electorales independientes”.
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En la medianoche del domingo el Consejo Nacional Electoral (CNE) había comunicado el triunfo de Maduro, y casi en forma simultánea -incluso un poco antes- la oposición ya había salido a denunciar un fraude. Como chispa del conflicto, las actas oficiales no aparecían en la página web del organismo (que estuvo caída en gran parte del día), aunque el proceso sigue las normas legales, ya que estos documentos pueden publicarse “dentro de los treinta días siguientes a la proclamación de los candidatos” electos.