Desde rituales antiguos hasta innovaciones modernas.
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Foto: María Daniela Varela
El árbol de Navidad, elemento central de las festividades decembrinas, tiene orígenes que se entrelazan con antiguas tradiciones paganas. En Europa, particularmente en las regiones del norte, los árboles de hoja perenne simbolizaban el triunfo de la vida sobre la oscuridad durante el solsticio de invierno. Entre los relatos históricos más destacados, la Enciclopedia Britannica menciona al misionero inglés San Bonifacio, quien en el siglo VIII en Alemania convirtió un abeto en símbolo cristiano, sentando las bases del árbol navideño moderno.
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Foto: María Daniela Varela
Con el paso del tiempo, esta tradición se expandió desde Europa hacia el mundo. En Inglaterra, la reina Victoria y el príncipe Alberto popularizaron el árbol decorado a mediados del siglo XIX, mientras que los colonos europeos lo introdujeron gradualmente en Estados Unidos. El impacto ambiental de esta práctica llevó a innovaciones como los árboles artificiales, que surgieron en Alemania en la década de 1880. Inicialmente fabricados con plumas de ganso, evolucionaron hasta los diseños de plástico que conocemos hoy, reflejando la capacidad de adaptación de esta tradición ancestral.