Trump rompió con su promesa de evitar nuevas guerras y activó la escalada bélica.
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La operación “Midnight Hammer” (Martillo de Medianoche) marcó el ingreso formal de Estados Unidos en la guerra entre Israel e Irán. La noche del sábado, el presidente Donald Trump ordenó el bombardeo de tres instalaciones nucleares iraníes, en lo que se convirtió en el ataque más grande con aviones B-2 de la historia del país. La decisión sacudió a la comunidad internacional y frustró el camino diplomático, apenas dos días antes de una nueva ronda de negociaciones prevista en Mascate. Según el Pentágono, el operativo se planificó durante meses y buscó evitar que Irán obtenga una bomba nuclear.
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Trump, que semanas atrás decía preferir “un acuerdo con Irán” a “bombardearlo hasta la destrucción”, ahora respalda sin fisuras la ofensiva israelí. “Irán es el matón de Medio Oriente”, declaró. Pero desde Teherán, el diplomático Abbas Araghchi acusó a EE.UU. de traicionar la vía diplomática e incumplir la Carta de la ONU. La Agencia Internacional de Energía Atómica recordó que atacar instalaciones nucleares está prohibido en cualquier circunstancia. Europa también pide frenar el conflicto, pero insiste en evitar que Irán acceda al arma nuclear. Mientras tanto, el gobierno de Benjamin Netanyahu redobla sus ataques, empujando a Trump hacia un escenario bélico cada vez más amplio.