En medio del conflicto la ONU anunció la suspensión de la entrada de ayuda humanitaria a través del paso de Rafah, debido a la falta de combustible para gestionar los convoyes.
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La población ahora enfrenta la posibilidad inminente de morir de hambre. Israel, que rechaza importar combustible alegando preocupaciones de seguridad, reconoce que los intentos de minimizar las bajas civiles no han tenido éxito.