Argentina, Corrientes, 29 de junio de 2023 - Opinión
Este año electoral boceta el siguiente panorama: incertidumbre en el plano nacional y consolidación de una realidad política en el plano provincial. En el país la puja histórica entre dos modelos de nación tendrá un nuevo capítulo en octubre próximo. ¿Iremos hacia la centroderecha o hacia la centroizquierda? Los argentinos lo decidirán muy pronto. En la geografía correntina las cosas son muy distintas. No hay aquí puja de dos modelos, sino el afianzamiento de un tipo hegemónico de gestión pública.
Algún peronista de esta comarca -que siempre ha sido reacio al justicialismo- se apresuró a festejar que en la última elección el PJ y sus aliados hubieran subido un par de puntitos desde el paupérrimo porcentaje electoral que habían cosechado en las últimas elecciones provinciales. Porque, si viendo las planillas de los comicios y observando que de 75 comunas en 73 se impuso ECO + Cambiemos, o que en la capital de nueve escaños el oficialismo se quedó con ocho, ¿cuál sería la razón para un festejo peronista? ¿Acaso basándose sólo en un moderado éxito en Monte Caseros o en Empedrado?
Antes que consolarse con esos frágiles triunfos el justicialismo correntino debería someterse a una autorreflexión profunda, para ver cómo detiene su proceso entrópico, que lo va empujando hacia el borde de la extinción. Corrientes siempre ha tendido hacia el monopolio ideológico, producto de una estructura socioeconómica relativamente rígida, que encuentra en el caudillismo político su expresión natural. Romper esa lógica e ir hacia una sociedad más compleja, con múltiples canales de expresión, es una misión no sólo política, sino también económica, cultural y socialmente empática. Algunos peronistas maldicen en variado tono contra su dirigencia actual, ostensiblemente mediocre para sacar a su partido del pantano. Pero sin comprender (y actuar en consecuencia) el fondo de la estructura socioeconómica de la provincia, pensar que remplazar a Juan por Pedro sería la solución del problema político es caer en un reduccionismo inoperante.