Corrientes, 15 de septiembre de 2025

Declive del lenguaje culto

Argentina, 9 de septiembre de 2025 - Opinión

La industria gráfica y su decadencia

En la actualidad en Japón imprimen, en cada jornada, 36 millones de diarios

El antecedente más antiguo en América de una publicación periodística es el denominado Diario de noticias sobresalientes en Lima y noticias de Europa, lanzado en 1700 en la capital de Perú.

Por Federico Zamudio
Fotos: N, N, N, N, N, N, N

Hace 323 años, en 1702, se imprimió el londinense Daily Courant, y en ese momento se aplicaron las bases de la empresa periodística moderna, exaltando los modelos de negocios relacionados, buscando fuentes de financiación y maximizando beneficios con la venta de los ejemplares impresos. Pero -además- esta actividad estaba ligada totalmente a la cultura, ya que las páginas se llenaban con el uso correcto, esmerado y solvente del lenguaje, con un vocabulario amplio, una sintaxis impecable y una clara organización lógica de ideas.

Esta forma de escribir se perpetuó con los años, constituyéndose en un referente literario. Por otro lado, influyó de tal modo en la vida política, que se convirtió en el “cuarto poder” debido a su fuerza para erigir o destronar personalidades en todos los ámbitos. Asimismo, llegó a ser una fuente de recursos didácticos y complementos educativos, convirtiéndose paralelamente, y hasta cierto punto, en una entidad crítica, fundamental para el funcionamiento educativo. Esta actividad tuvo sus puntos altos y una vigencia superlativa en todo el mundo, con grandes exponentes en Europa y en las Américas.

Por otro lado, los cambios en las expresiones y modismos se fueron incorporando progresivamente con el paso del tiempo, algunos de modo lento y otros más rápido, acorde a las teorías de la evolución del idioma o, en algunos casos, a lo que los conservadores llaman involución del lenguaje. El siglo XX fue testigo de estos cambios en la forma de expresión periodística, que en muchos casos derribaban construcciones verbales o incorporaban neologismos y frases de uso coloquial, a veces en forma indiscriminada y en contra de las recomendaciones de las entidades que regulan los idiomas.

Alrededor de 30 años antes del siglo presente, y cuando el medio gráfico estaba en su esplendor, surgió una grave crisis: la escasez de papel prensa, que, si bien no llegó a desaparecer, el aumento del precio casi lo vuelve prohibitivo en algunos países. Los editores de todo el mundo se desesperaron, a tal punto que dos prestigiosos diarios europeos -Combat, de París, y el holandés De Tijd- se vieron forzados a cerrar sus puertas, y lo seguiría el italiano La Gazzeta del Popolo, ya agonizante. A continuación las demás publicaciones debieron restringir su circulación, mientras que los libros y las revistas se convirtieron en artículos de lujo.

Esta situación en Argentina preparó el terreno para una nueva catástrofe, pero que -en este caso- afectaba a la salud intelectual: la gente comenzaba a dejar de leer. Una industria floreciente durante centenares de años se desestabilizaba, causando las quiebras de editoriales, pero algunas subsistieron adaptándose a las nuevas circunstancias. En el lapso de casi 2 décadas surgió una nueva tecnología, que hizo las veces de placebo para los candidatos al analfabetismo, primero: poco antes del ’90 se desarrolló la conexión comercial a internet, y luego, la aparición de los mensajes de texto en el año 2001 (los celulares tuvieron su estreno por estos lares en 1989). La gente volvía a leer, aunque en su mayoría una nueva forma de expresión, precaria e involutiva.

En otro aspecto, este panorama, que hacía suponer el corolario de una actividad intelectual, obligaba a que la sobrevivencia de las entidades que desarrollaban un trabajo editorial dependiera de su capacidad de adaptación. De esta manera, las revistas, libros y diarios resurgen todos teniendo la oportunidad de aparecer online, muchos con la ventaja de la gratuidad. Pero, para mal de los cultores de la lectura en papel, todas esas publicaciones continuaron disminuyendo, y algunos desaparecieron, teniendo solo presencia en la web.

A diferencia de la mayoría de los grandes diarios del mundo, en nuestro país los datos de tiraje son muy difíciles de obtener, ya que no se informan libremente, por lo cual se sabe que aproximadamente alrededor de 700 mil ejemplares se imprimen diariamente: Clarín unos 200 mil y La Nación poco más de 186 mil. En EE.UU. el New York Times varía entre más de medio millón y el millón. En Gran Bretaña, The Sun imprime alrededor de 3.2 millones y el Daily Mail casi 1.5 millones. En Francia están Le Monde (30.000) y Le Figaro (más de 300 mil). En el resto del mundo se mantienen estas variables, y en algunos casos son bajísimas, como los menos de 15 mil en Uruguay.


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