Corrientes, 21 de noviembre de 2024

Merendero de la esperanza

Corrientes Argentina, 22 de julio de 2024 - Historia

Un esfuerzo solidario

La necesidad como motor

Con la premisa de colaborar con una comunidad necesitada, y sacando fuerzas de la adversidad, una iniciativa privada lucha por subsanar las carencias de su entorno, tras surgir conmovida por las inequidades.

Por Federico Zamudio
Fotos: María Daniela Varela, Luis Gurdiel, María Daniela Varela, Joaquín Meabe, Joaquín Meabe

En una vivienda que, salvo las instalaciones de un pequeño taller de motos, no destaca de las demás exteriormente, vive Roxana Maidana y su marido. La dueña de casa se convirtió en bastonera de una causa solidaria en el populoso barrio Esperanza, enarbolando la consigna de asistir a los más desprovistos a causa de la miseria que afecta a la sociedad correntina. Su hogar se convierte en un refugio para los niños del barrio tres veces por semana: lunes, miércoles y viernes, y durante esos días los chicos se acercan desde las 16 para recibir la merienda en un salón adaptado para ese fin. 

El tentempié ofrecido usualmente es chocolate caliente, y con mucha frecuencia lo acompaña una porción de budín, pero que en demasiadas ocasiones se ve reducida por la escasez de las provisiones. Pese a ello la oferta alimentaria se extiende debido a que desde hace poco más de 5 años, en plena pandemia, instauraron un variado almuerzo comunitario los sábados, pero cada vez aumenta más el esfuerzo para continuar esa actividad, a causa de que las medidas económicas del Gobierno nacional la ponen en riesgo.

Al igual que en otros merenderos, existe la esperanza de que en algún punto desaparezca la necesidad de que existan estos establecimientos y las familias tengan en sus casas lo necesario para alimentarse, aun cuando cada día se vuelve un requerimiento casi indispensable. De esta manera, y teniendo en cuenta que el estómago lleno no consigue completar la nutrición de los pequeños, la dueña de casa confía en que lo que sale de su cocina permita paliar el hambre hasta que las condiciones económicas mejoren.

A sabiendas de que esta comunidad, tan alejada del corazón urbano de la ciudad, no solo necesita nutrir los cuerpos, está encargada de la gastronomía hogareña se transforma en una mujer orquesta y ofrece un sustento adicional, ya que desde que arribó a esta barriada comenzó a armar una biblioteca, que no por ser básica es deficiente, sino que permite ilustrar a los chicos en lecturas esenciales y, además, teniendo al alcance manuales referenciados en los colegios, con los que realizan sus tareas escolares.

Con la experiencia adquirida en una oportunidad anterior, en la cual estuvo en un comedor que tenía aún más carencias, como la falta de agua potable, Roxana se contagia de la felicidad de los niños a los que ayuda -quienes disfrutan con la contención y la asistencia recibida- y se reconforta al poner su granito de arena para contribuir desinteresadamente, a punto tal de que no pertenece a una organización social ni figura en un registro. Sus pedidos de contribuciones en general son contestados con donaciones de gente del mismo barrio o de agrupaciones justicialistas.


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